Aunque su nombre aparece como rey de la Primera dinastía de Uruk, ostentando en el poder durante 126 años, no hay pruebas fehacientes de su existencia.
Lo que sí tenemos es un relato épico que nos narra su aventura en pos de encontrar el modo de esquivar la muerte, motivado en parte por el asesinato de su amigo Enkidu a manos de los dioses.
El Poema de Gilgamesh, considerado como la primera obra literaria de la historia, además de hacer una reflexión sobre la condición humana, también nos muestra que existe una tradición oral en cuanto a relatos míticos se refiere. Valga como ejemplo el hecho de que Gilgamesh, en su ansiada búsqueda de la inmortalidad, contacta con Utnapishtim, superviviente, junto a su mujer, y una pareja de animales de cada especie conocida, de unas lluvias torrenciales que duraron seis días y seis noches (¿les suena la historia?), tras lo cual, el Dios Enlil (el mismo que había provocado el diluvio), se habría apiadado de él y le habría obsequiado con el don de la vida eterna.
Pero ese don sólo era para él, ningún humano más podía tenerlo, pues sólo se concedió una única vez. Lo que sí le indica es la existencia de una planta que devuelve la juventud, aunque esta se halla en el fondo del mar. Gilgamesh la encuentra, pero de regreso a Uruk, una serpiente se lo roba.
Esta epopeya, descrita en 12 tablillas y con infinidad de anécdotas y aventuras, trata de la amistad y el poder, pero ante todo, de la vida ante la perspectiva de la muerte, con un mensaje que nos debe hacer reflexionar en el poema de la Tablilla X que dice así:
“Gilgamesh, ¿por qué vagas de un lado para otro?
La Vida que persigues no la encontrarás jamás.
Cuando los dioses crearon la Humanidad,
asignaron la muerte para esa Humanidad,
pero ellos retuvieron entre sus manos la Vida.
En cuanto a ti, Gilgamesh, llena tu vientre,
vive alegre día y noche,
que tus vestidos sean inmaculados,
lávate la cabeza, báñate,
atiende al niño que te tome de la mano,
deleita a tu mujer, abrazada contra ti.
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