El 24 de agosto del año 394 después de Cristo, el Templo de la diosa Isis en Philae fue testigo de uno de los eventos más significativos en la historia del antiguo Egipto: la inscripción de lo que se considera el último jeroglífico egipcio conocido. Esta inscripción, grabada por el sacerdote Esmet-Akhom, hijo de Esmet y segundo profeta de Isis, marca el final de una era y el comienzo de una nueva etapa bajo el dominio romano y la cristianización forzada.
Contexto Histórico
Durante ese período, Egipto se encontraba bajo el dominio del Imperio Romano, en plena campaña de cristianización. El emperador Teodosio I el Grande había decretado el cierre de todos los templos paganos en el año 391 o 392, y había establecido el cristianismo como la religión oficial del imperio. Aquellos que persistían en las antiguas creencias, como Esmet-Akhom, se jugaban la vida por su fe.
La Inscripción
La inscripción jeroglífica, encontrada en la puerta que conducía al templo de Abatón (una de las muchas tumbas del dios Osiris), es una grabación tosca y rápida, que dice así:
"Ante Mandulis, hijo de Horus, por la mano de Esmet-Akhom, hijo de Esmet, segundo sacerdote de Isis, para todos los tiempos y para la eternidad. Palabras pronunciadas por Mandulis, señor del Abatón, gran dios. "
Mandulis: Una Deidad Nubia
Mandulis, una deidad de origen nubio, está representado junto al texto. Su presencia en la inscripción resalta la influencia cultural y religiosa de las regiones vecinas sobre el Egipto tardío.
La Importancia de Esmet-Akhom
Esmet-Akhom, consciente de la decadencia de su cultura y religión, escribió este jeroglífico con la certeza de que estaba testimoniando el fin de una época. Posiblemente fue la última persona capaz de dominar la compleja escritura jeroglífica, un conocimiento que no se recuperaría hasta 14 siglos más tarde con el desciframiento de la piedra de Rosetta.
El Cierre del Templo
A pesar de la purga ordenada por Teodosio I, los templos de Philae sobrevivieron un poco más gracias a su ubicación remota en los márgenes del imperio. No obstante, entre los años 535 y 538, el emperador Justiniano I ordenó el cierre definitivo del complejo, y la isla fue transformada para acoger una iglesia consagrada a San Esteban.
El último jeroglífico en el Templo de Philae no solo representa el final de una tradición de escritura que había perdurado durante miles de años, sino también la lucha y la resistencia de una cultura ante el cambio y la imposición religiosa. Este descubrimiento nos recuerda la riqueza y complejidad del antiguo Egipto, una civilización que, a pesar de los esfuerzos por erradicarla, continúa fascinando al mundo moderno.
Muy buenas fotografías, felicidades.